Del ‘smartphone a la ‘smart-TV’

Carlos Eduardo Cortés es especialista en medios digitales y escribe su columna desde Estados Unidos. Sus opiniones son personales y no implican necesariamente a TV Technology.

Mientras un tercio de la población del planeta consume contenidos mediáticos desde su acceso multipantalla y multiplataforma a Internet, la mitad de los usuarios de dispositivos móviles en todo el mundo dispondrá de conectividad 3G y 4G en 2017, según datos de Wireless Intelligence.

No sorprende, entonces, el éxito de la convención “Mobile World Congress 2013”, realizada en Barcelona, en febrero.

Unos 72.000 visitantes de 200 países se reunieron para experimentar propuestas como la “Ciudad Conectada”, donde AT&T, Deutsche Telekom, KT, Telenor y Vodafone ofrecieron una visión futurista de la interconexión humana empoderada por la movilidad.

Más de 50 empresas expusieron sus productos de televisión móvil. Samsung y Toshiba trasfirieron la capacidad de un “smartphone” a la llamada “Smart TV”, con completa conectividad y manejo desde el teléfono móvil que podría ser un celular Xperia Z de Sony.

Servicios en la nube; compresión de datos; gestión de derechos digitales; análisis de “Big Data”; publicidad y mercadeo móvil; navegadores; juegos y sistemas de pago móvil, entre otros servicios, demostraron su actualidad creciente.

Plataformas digitales completamente basadas en protocolo de Internet probaron la creciente cercanía del hogar conectado, con base en control mediante tabletas y otros dispositivos inteligentes, más la omnipresencia de las aplicaciones móviles (mobile apps).

Lo cual explica la siempre necesaria integración de sistemas que constituye un paso infaltable en la actual arquitectura interconectada de los medios digitales y la movilidad.

La integración, a su vez, hace posible predecir el comportamiento de los usuarios con base en sofisticados algoritmos que construyen perfiles individuales al integrar datos de todos los usos interconectados de dispositivos digitales en red.

Por tanto, la tendencia a personalizar los mensajes publicitarios se hace más y más viable, modificando así el propio proceso de financiación de la industria televisiva con herramientas más precisas y eficientes pero, a la vez, más interdependientes entre plataformas de consumo.

Es tan fuerte la integración que, por ejemplo, la propia televidencia se ve afectada y modificada por nuevas maneras de consumir y disfrutar los contenidos audiovisuales.

La llamada “televidencia compulsiva”, traducción aproximada del neologismo inglés “binge-viewing”, que juega con acepciones ligadas a la autoindulgencia y el consumo compulsivo, podría ser un primer subproducto del consumo multipantalla.

En Estados Unidos, el acceso relativamente barato a temporadas completas de series televisivas reempacadas en DVD le abrió paso a esta tendencia magnificada ahora por servicios de streaming como Netflix y Hulu, y por la capacidad de memoria de las nuevas videograbadoras digitales.

Grupos de amigos, familias, parejas, se juntan ahora en sus hogares para ver, en una sola sentada, la mayor cantidad posible de capítulos y ponerse al día en la serie de moda o ver en orden lo que las cadenas televisivas y los sistemas de televisión por suscripción emitieron en desorden.

En enero de 2013, “House of Cards”, la primera serie producida específicamente para Netflix, se lanzó completa a disposición de los televidentes y eliminó recursos narrativos como los “flashbacks”, usados para audiencias abiertas que se incorporaban a la emisión de aire o por suscripción.

Esta serie, según Ted Sarandos, jefe de contenidos de Netflix, “asume que usted todo el tiempo sabe lo que pasa, mientras que la teledifusión tradicional tiene que asumir que una gran porción de la audiencia siempre estará incorporándose a la emisión”.

El tema no es menor. Nielsen lo llama “maratón de visionado” en su “Cross-Platform Report”. Comenzó midiendo el consumo siete días después de la emisión y ya va en 29 días.

¿La razón? Esta nueva tendencia afecta los “ratings” hasta en un cinco por ciento, pues algunos programas, en especial los de ciencia ficción, obtienen ese porcentaje de audiencia entre los días ocho a 29, y eso incluye los 10 programas más populares en televisión.

¿La producción misma cambiaría sus rutinas para generar emisiones de horas enteras que el usuario puede colocar en pausa en cualquier momento?

Los “bingers” son televidentes empoderados por sus “smart-TV” que prefieren evitar la ansiedad de esperar el desenlace de cada episodio semanal y disfrutan sus programas favoritos durante largos bloques de consumo vía Internet o DVD.

Numerosas señales de cable ya responden con sus maratones de series, durante un fin de semana completo, por ejemplo.

Como se ve, el nuevo paisaje de la posconvergencia no cesa de sorprendernos. Y sus novedades afectan directamente el presente y el futuro de la teledifusión.

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