Programadores contra distribuidores
Carlos Eduardo Cortés es especialista en medios digitales y escribe su columna desde Estados Unidos. Sus opiniones son personales y no implican necesariamente a TV Technology. El año 2013 será recordado por algunos hitos tecnológicos ligados a las capacidades ubicuas de la computación embebida e integrada en objetos como teléfonos móviles, automóviles, ropa, gafas, pulseras y todo tipo de dispositivos digitales (llamados en inglés Embedded and Wearable Computers).
Google Glass, el dispositivo de pantallas en anteojos, saldrá al mercado en la temporada navideña, tras más de seis meses de desarrollo y pruebas por parte de emprendedores y desarrolladores de aplicaciones que, en su momento, lo adquirieron por US$1,500.
Pero durante ese mismo año, Google eliminó dos de sus aplicaciones más populares: Reader y Latitude, para llegar a la suma de 70 aplicaciones desechadas desde 2011.
La promesa del RSS (Rich Site Summary o Really Simple Syndication) podría estar llegando a su fin, en buena parte por presión de los propios conglomerados mediáticos preocupados por la capacidad de Google para entregar su información sin que los usuarios pasaran por sus propios portales.
No es posible saber si Google Glass modificará a fondo la televidencia. Todo tipo de servicios imaginables o imaginados por la ciencia ficción podrían coincidir en ese dispositivo.
La evolución de las tecnologías de información y comunicación (TIC) no es caprichosa, pero está ligada a la viabilidad económica de sus emprendimientos.
Millones de aplicaciones han ido a parar al cesto de la basura, básicamente porque no logran sostener el interés de los usuarios, se dirigen a un nicho en extinción o simplemente no adquieren el impulso necesario para mantenerse.
Pero nunca ha sido interés de esta columna sacar a relucir dudosas bolas de cristal para hacer aún más dudosos pronósticos.
Las tendencias del presente, en cambio, marcan aspectos relevantes que resultan de mucho interés para quien se siente atraido por el incesante cambio de las TIC digitales.
El servicio Aereo, disponible por el momento en las áreas metropolitanas estadounidenses de Nueva York, Boston, Atlanta y Chicago, ha logrado detonar la desconfianza de los mismos conglomerados mediáticos que se tambalean sobre su peso cada vez que las innovaciones les recuerdan que su próspero negocio ha cambiado radicalmente.
Este curioso emprendimiento está en el umbral gris de los servicios no previstos por la legislación. Aereo realiza Web streaming de la programación de aire de los canales locales y las cadenas nacionales por unos US$8 mensuales.
Su base tecnológica es un inmenso conjunto de antenas que toman las señales de aire y las canalizan en su servicio vía Internet.
CBS Corporation, separada en 2006 de Viacom, está demandando a Aereo y ya había creado un apagón de toda su programación en el paquete del proveedor Time Warner Cable en Nueva York, Los Ángeles y Dallas, que terminó a comienzos de septiembre de 2013, cuando el cablero accedió a aumentar su pago mensual por suscriptor, justo antes de comenzar la liga de fútbol americano.
El curso de colisión de programadores y distribuidores no termina allí. De hecho, sale de la caja y de la casa de los usuarios.
Los derechos móviles, por ejemplo, quedan todavía en entredicho. Es decir, las señales de CBS pueden reproducirse en el televisor del hogar pero no salir de allí mediante una tableta o cualquier otro dispositivo móvil.
En otras palabras, CBS planea renegociar ese paquete con otros jugadores de las grandes ligas online: Google o Apple.
Y, mientras tanto, los televidentes padecen los desacuerdos, los recortes y los apagones de contenidos hasta que la enmarañada realidad actual del consumo de video y televisión se asiente.
Time Warner, por ejemplo, ha aconsejado a sus suscriptores usar Aereo en los momentos de apagón de CBS. De hecho, la viabilidad legal de Aereo definirá si cadenas programadoras como CBS podrán seguir ganándoles el pulso a los proveedores de cable y otros distribuidores de contenidos.
Si Aereo gana la batalla legal, los cableros podrán quitarse de encima el peso de pagar costos de retransmisión crecientes.
Los intentos de combinar los paquetes no siempre han sido positivos. La señal AMC se separó de Cablevisión en 2001. Starz ya no forma parte de Liberty Global desde 2013, al igual que ocurrió con 21st Century Fox y News Corp en el mismo año.
Una vez que se despeje la polvareda, será evidente que sólo los acuerdos entre jugadores podrán mantener la viabilidad de un negocio en que ya no parece haber puertos seguros porque tirios y troyanos se ven forzados a lanzarse a las turbulentas aguas de la posconvergencia y su típica viscosidad mediática.
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