Pos-convergencia: TV multiplataforma: Complejidad en aumento


Las tendencias convergentes en el mundo televisivo no cesan de acelerarse y modificar el paisaje de nuestra industria. En el mercado de Estados Unidos, las teledifusoras locales, una porción esencial de su funcionamiento, se han ido renovando con mayor velocidad.

Por Carlos Eduardo Cortés

Según la empresa Nielsen, 30,9 por ciento de los hogares en ese país obtienen sus señales televisivas de sistemas alternativos de entrega o Alternate Delivery Systems (ADS).

Los ADS se basan en cuatro componentes: (1) el DBS o satélite de difusión directa, su principal porción, basada en recepción en hogares mediante antenas de 18 pulgadas; (2) la televisión satelital de antena maestra (SMATV), muy usada en hoteles y complejos habitacionales con distribución por cable coaxial; (3) los sistemas de distribución múltiple vía microondas (MMDS), también conocidos como "cable inalámbrico", que captan la señal desde el receptor y la dsitribuyen vía cableado interno en los hogares, y (4) la antena parabólica en bandas C y KU, de uno a tres metros de diámetro.

El punto es que las teledifusoras locales han captado muy bien las nuevas demandas de los televidentes y las opciones de servicios emergentes, en maneras que amplían significativamente la simple prestación de un servicio de señales televisivas en el hogar.

En tal sentido, la convivencia con el ciberespacio es frecuente y, además de los subcanales digitales, la programación local en alta definición y la televisión digital móvil, dichas difusoras ofrecen sitios Web hiperlocales para vincularse con sus audiencias y ofrecer a sus anunciantes las sinergias típicas de las nuevas formas de consumo multipantalla y multiplataforma.

El resultado es un paquete múltiple que les permite a los usuarios consumir la programación en sus casas y sus lugares de trabajo, así como durante sus desplazamientos.

Las aplicaciones para dispositivos móviles, el peso específico de los sistemas ADS, la IPTV, los usos más flexibles de las grabadoras de video digital y los propios esfuerzos competitivos entre proveedores de cable y teledifusores de señal abierta, constituyen hoy un complejo entramado al que se suman también empresas de telefonía y telecomunicaciones proveedoras de banda ancha móvil.

En Estados Unidos, la transición a televisión digital terrestre transformó y afectó todos los segmentos de la industria televisiva, desde la teledifusión terrestre hasta la satelital, pasando por todos los servicios de cable y ADS.

Al culminar la transición, en junio de 2009, 1800 teledifusoras se digitalizaron, incluyendo entre ellas 400 no comerciales, a un costo de entre US$1 y 2 millones por televisora.

El espectro radioeléctrico usado para teledifusión fue reducido de los canales 2-69 a 2-51, de manera que se liberó la porción de 52-69, por sobre los 100 MHz, para disponerla como dividendo digital al servicio de sistemas inalámbricos comerciales y de seguridad pública.

Cuando el modo de hacer televisión y distribuirla se ha transformado tan rápido, es evidente que nuestra industria requiere monitoreo constante de cambios imprevistos y tendencias emergentes que configuran nuevos nichos y productos impensados e impensables hace tan solo cinco años.

Satisfacer televidentes cuyo consumo está más y más a un clic de distancia, liberado de parrillas de programación y de la atadura de un solo receptor, es desde ya el gran desafío para sobrevivir como teledifusores en el siglo XXI.


-- Carlos Eduardo Cortés es coordinador de programas de Free Press Unlimited (antes RNTC), en América Latina. Sus opiniones son personales y no implican necesariamente a dichas instituciones ni a TV Technology.



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